San Sebastián, hace un siglo, era un lugar muy distinto al que conocemos hoy, aunque muchos de sus edificios y paisajes icónicos ya formaban parte de la ciudad. En este artículo, exploramos algunos detalles curiosos y poco conocidos sobre su historia, centrándonos en el Palacio de Miramar, el barrio del Antiguo y la transformación de la ciudad.
El Palacio de Miramar y su Historia
Hace cien años, el Palacio de Miramar ocupaba una extensión mucho mayor que la actual, abarcando unos 85.000 metros cuadrados, casi el doble de lo que ocupa hoy. Durante la primera mitad del siglo XX, la realeza, pasaba largas temporadas en el palacio.
El diseño del palacio está inspirado en los cottages ingleses. Su construcción, dirigida por el arquitecto inglés Selden Wornum encargado del proyecto, comenzó en 1889 y se completó en 1893. La reina María Cristina, quien había quedado impresionada con una villa en Biarritz diseñada por el mismo arquitecto, fue la impulsora de este encargo.
El barrio del Antiguo y la expansión de San Sebastián
El barrio del Antiguo, que antes estaba bastante separado del centro de San Sebastián, fue conectado gracias al desarrollo del Palacio de Miramar. Este fue también el motor de la construcción del túnel que une las dos zonas, aunque más bien es un «falso túnel», creado únicamente para realzar el jardín delantero del palacio.
En la zona que hoy conocemos como Ondarreta, hace un siglo, se levantaban las villas donde la aristocracia y la corte pasaban los veranos. Estas casas, aunque hoy son muy cotizadas, estaban prácticamente deshabitadas en invierno debido a la humedad que se filtraba en sus construcciones originales.
La industria y las villas de Ondarreta
La transformación de San Sebastián no solo fue urbanística, sino también industrial. En las primeras décadas del siglo XX, el barrio del Antiguo y la zona de Ondarreta fueron testigos de la industrialización con la construcción de fábricas.
Curiosidades arquitectónicas y urbanas
Otra curiosidad arquitectónica de San Sebastián es la creación del Paseo de Pío Baroja. Este paseo no existía hasta que parte del terreno del Palacio de Miramar fue vendido, lo que permitió su construcción y la apertura de nuevas vías hacia Ondarreta y la ciudad. De hecho, este barrio, conocido hoy por su tranquilidad y sus exclusivas villas, era en su momento un terreno pantanoso, con marismas que llegaban hasta la zona de Portuetxe.